4 Diciembre 2011
Por: Eduardo Sarmiento
Los interrogantes sobre este sector económico.
La economía ha sido liderada por la inversión extranjera, que ingresa primordialmente a la minería.
El sector crece varias veces por encima del producto nacional. Sin embargo, existen serios interrogantes sobre la contribución al empleo y, lo más sorprendente, la generación de divisas.
La economía es víctima de la excesiva ventaja comparativa de la minería. El sector tiene las mayores productividades del trabajo y de éste y el capital en conjunto; por lo demás, goza de toda clase de ventajas tributarias legales e ilegales. Así, la rentabilidad de la inversión es varias veces mayor que el costo de los intereses externos.
La economía ha estado expuesta en un proceso de entrada de divisas que con un rezago de dos años sale en cuantías mayores. En el último año los ingresos de la inversión extranjera ascendieron a US$8.000 millones y las repatriaciones de capitales a US$12.000 millones. Adicionalmente, la abundancia de divisas (por la vía de la revaluación o el crédito) dispara las importaciones. Así las cosas, la entrada a la inversión extranjera induce la repatriación de capitales y la ampliación de las compras externas que da lugar a egresos de divisas muy superiores a los ingresos. El déficit en cuenta corriente de la balanza de pagos ha venido creciendo en forma sistemática y actualmente corresponde a 5% del PIB, el más alto de América Latina y uno de los mayores del mundo.
Estamos ante una de las fallas graves de la ciencia económica, que en la literatura adquiere la forma de enfermedad. En aras del mercado, se dejó el liderazgo en manos de una actividad que genera exorbitantes ganancias del capital y tiene un bajísimo componente de mano de obra. Los recursos entran y salen en cuantías mayores y, de paso, incrementan las importaciones desplazando la industria y la agricultura, las principales fuentes de empleo formal.
Se configuró un perfil de crecimiento concentrado en áreas que no irrigan los beneficios al resto del sistema; no genera empleo de calidad y marchita los sectores que están en capacidad de hacerlo. Sin duda, su implantación en los últimos ocho años tuvo una clara responsabilidad en los elevados índices de desigualdad de la sociedad colombiana.
Los fondos mineros han estado totalmente fuera de control por parte de las autoridades económicas. Durante varios años la entrada de capitales propició la revaluación que ampliaba las ganancias de los inversionistas. En los últimos meses el Banco de la República logró revertir el comportamiento mediante la compra masiva de divisas, pero el alza de la tasa de interés para esterilizarla estimula más la entrada de capitales. En la práctica, el Banco ha operado como un promotor de la locomotora de la minería. En unos casos propiciando la revaluación y en otros subiendo la tasa de interés.
Los hechos se han encargado de controvertir las visiones tradicionales de la inversión extrajera como mecanismo mágico de capitalización y generación de divisas. Se trata, más bien, de un incentivo mal puesto. La enorme rentabilidad del sector minero en un mundo de tasa de interés cero propicia la entrada masiva de capitales que en poco tiempo salen en cuantías mayores. El país queda expuesto a un déficit creciente de la balanza de pagos que no es sostenible.
Quiérase o no, se plantea la urgencia de frenar el predominio de la minería y la afluencia anárquica de capitales en su raíz. Hay que bajar las tasas de interés y establecer un impuesto, o en su defecto un encaje, a los ingresos de inversión extranjera. Los dispositivos no sólo detendrían la entrada de capitales, sino también aminorarían la repatriación y las presiones de revaluación y alza de la tasa de interés. Cuanto más rápido se actúe en esta dirección, tanto menos compleja será la cirugía.