Mexico

Minas y verdes

Por: Sergio Aguayo Quezada
La disputa parece menor e intrascendente, pero va al núcleo de los grandes problemas nacionales. Por tanto, expongo y propongo una solución.

LA EMPRESA Y EL PROFESOR

El ministro del medio ambiente de Canadá, Peter Kent, declara que ya «operan [en México] 2 mil 600 mineras canadienses» que, según el investigador Juan Carlos Ruiz Guadalajara, tienen concesionado casi 20% del territorio nacional. Para el funcionario canadiense la gran mayoría son socialmente responsables y quienes las critican exageran.

Ruiz Guadalajara es profesor-investigador de El Colegio de San Luis Potosí (Colsan) desde 2000. También forma parte del Frente Amplio Opositor que tiene años encarando a la empresa canadiense New Gold-Minera San Xavier que busca oro en el cerro de San Xavier. El profesor sabe mucho sobre el tema y sobre la devastación ambiental causada por las mineras canadienses en América Latina que se aprovechan de autoridades laxas y jueces maleables.

El actual director de New Gold en México, Armando Ortega (exsubsecretario con Vicente Fox) se hartó con el investigador y para acallarlo escribió una carta el 28 de julio a Isabel Monroy, presidenta del Colsan, con copia al Sistema Nacional de Investigadores (SIN) del cual es integrante el profesor. Ortega acusa al investigador de hacer «imputaciones gravísimas [sin tener] el pudor de probar[las]»; son los «excesos calumniosos» de «activistas estridentes» totalmente impropios en un académico. Por tanto, el empresario le pide al Colsan y al SNI esclarecer su «posición».

Consulto telefónicamente a la presidenta del Colsan quien aclara que el profesor Ruiz Guadalajara hace «muy bien su trabajo académico», tiene libertad de pensamiento y no es función de la institución reconvenirlo. Tiene razón, si el investigador no demuestra sus afirmaciones la empresa tiene la vía legal. En el pasado Gobernación tenía metidos a los académicos en una Torre de Marfil para que no opinaran sobre los acontecimientos nacionales; en la actualidad los poderes fácticos quieren regresarnos a la dichosa Torre. (Para que el lector valore a las fuentes véase www.sergioaguayo.org en donde está la carta de la empresa y el CV del profesor).

LAS IMPLICACIONES DEL CONFLICTO

El drama de México es la ausencia de las instituciones. Por todo el país han ido surgiendo grupos ciudadanos que hacen lo que pueden para frenar el urbanismo y la minería salvajes. Es totalmente natural que así sea porque el medio ambiente es una de las grandes preocupaciones mundiales.

Los opositores a las operaciones de New Gold en San Luis Potosí tienen años tocando en todas las puertas para explicar su causa. Se acercaron al Partido Verde Ecologista de México. Hicieron antesala en las oficinas del senador Arturo Escobar que expresó, por medio de un asistente, que «el señor está enterado e interesado en el tema, déjenme información y él se comunicará con ustedes». Nunca lo hizo, por supuesto. Los verdes potosinos los elogiaron en privado, pero tampoco hicieron algo para respaldar una lucha claramente ambiental.

Desde hace años me he interesado por un desarrollo que respete la naturaleza y sigo sin encontrar al ecologista serio que diga una palabra de elogio hacia el compromiso del PVEM con esa causa. En los medios impresos lo más frecuente son las críticas. Su simulación ya provocó su expulsión de la comunidad mundial de partidos ambientalistas. Lo inquietante es que nadie se preocupa por corregirlo. El enojo, cada que sabemos los centenares de millones de pesos que reciben los verdes de nuestros impuestos, da paso a la resignación y el derrotismo.

Greenpeace está celebrando su 40 aniversario. En México cuenta con 30 mil socios donadores que le permiten tener un presupuesto aproximado de 26 millones de pesos anuales. Es una organización seria, transparente y respetable. Su consejo debería aprobar una campaña para exigirle al Instituto Federal Electoral que revise con mayor energía la forma en que los verdes oficiales gastan el dinero y cumplen con lo que está incluido en los estatutos. Se defendería mejor al medio ambiente si existiera un partido serio. La simulación nos está aniquilando.

Mientras Canadá nos impone visas ofensivas, miles de sus empresas se llevan el oro y la plata de las entrañas patrias y combaten e intentan censurar a sus críticos. Todo ello es posible porque las instituciones simulan o se ausentan. La sociedad civil no puede sustituirlas; es más fructífero centrar sus esfuerzos en exigirles que cumplan con la misión que les asigna la arquitectura democrática.

LA MISCELÁNEA

Entretanto, otra corriente de la sociedad civil batalla en el Congreso para lograr una reforma política que oxigene una democracia alicaída. Del Senado salió una buena minuta de reforma, pero los diputados se hacen los remolones y quieren darnos una «reformita». No entienden la magnitud de la crisis.

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Colaboró Francisco Lenin Figueroa Guevara.