Las imágenes son terribles y duelen. La Amazonía se está incendiando y el sentimiento de culpa es inevitable. Todos, de una manera u otra, le estamos prendiendo fuego y, como consecuencia, estamos perdiendo ese fabuloso bioma del que dependemos más de lo que creemos y sabemos.
Las tonterías que dice el presidente brasileño no sorprenden. Es el mismo que tiene como referente al ocupante de la Casa Blanca que sobre estos temas se lleva el premio de la estupidez. Pero tampoco podemos voltear la mirada cuando sabemos que el presidente boliviano promulgó, apenas el mes pasado, el decreto supremo 3973 que autorizó “quemas controladas”, precisamente en los departamentos de Santa Cruz y el Beni. Como informan los despachos de noticias, los incendios ya han arrasado por lo menos 500 mil hectáreas de ese bosque seco único en el mundo que es la Chiquitania, que se ubica precisamente en la provincia del mismo nombre, en el departamento de Santa Cruz.
Pero los incendios, en distinta magnitud están en todos los países amazónicos y van más allá, tocando otros ecosistemas. En el Perú tenemos los mismos problemas y similares desafíos y tampoco podemos ponernos en plan de observadores, esperando que los vientos no nos traigan el fuego de los países vecinos. Todos los años la deforestación incontrolada provoca que perdamos más de 140 mil hectáreas y el Perú figura en el vergonzoso top ten de los países con mayor deforestación a nivel mundial. ¿Las causas principales? La tala ilegal, la agricultura y la minería.
Que lo dramático de las imágenes de estos días y las miles de hectáreas que estamos viendo cómo se incendian en toda la Amazonía, no nos hagan peder de vista que desde hace años estamos dejando que esto pase. Algunos expertos mencionan que el 20% de la Amazonía ya la hemos perdido de manera definitiva y otro 20% está en franco proceso de deterioro.
No hay forma de revertir esta tendencia de deterioro si es que los países amazónicos no actuan de manera conjunta. Mientras que estas y otras iniciativas no se implementen, hay que ser concientes que la batalla por la defensa de la Amazonía y de todo el planeta la estamos perdiendo.