LA REPUBLICA
Lima, Lunes, 06 de Agosto 2007
Economía de Bolivia en azul oscuro Humberto Campodónico
El PBI de Bolivia ha venido creciendo en 4 a 4.5% en los últimos años, ritmo que ha sido reforzado en los últimos 2 años por los altos precios internacionales de los hidrocarburos (sobre todo el gas natural) y de los minerales.
La cuenta corriente de la Balanza de Pagos ha registrado amplios excedentes (12% del PBI en el 2006; en el Perú fue 2.8% en el 2006) y las Reservas Internacionales Netas han alcanzado niveles históricos (US$ 3,800 millones a mayo del 2007). Del 2002 al 2006, el balance fiscal ha mejorado notablemente, pasando de un déficit fiscal de 9% del PBI a un superávit de 4.5% del PBI. Una parte de esta mejora se debe al mayor ingreso proveniente de la migración de las empresas extranjeras a los nuevos contratos de hidrocarburos que proveen a Bolivia de una mayor renta gasífera (cerca del 9.7% del PBI), aunque también han crecido otros ingresos gubernamentales.
Hay que resaltar que se ha frenado el crecimiento del gasto corriente, incluyendo las alzas de sueldos y salarios (ha habido, sin embargo, un alza del salario mínimo privado de 5%).
Estos halagadores comentarios sobre la economía boliviana provienen del "Informe Anual del Capítulo IV" del FMI de julio del 2007 (www.imf.org/external/pubs/ft/scr/2007/cr07248.pdf) y nos dan un enfoque completamente distinto de lo que se lee habitualmente en la prensa internacional. Añade el FMI que también ha bajado la deuda externa, del 70 al 35% del PBI del 2005 al 2007.
Dice el FMI que "la pobreza y la extrema pobreza siguen en niveles muy altos, pues alcanzan al 60 y 37% de la población, respectivamente.
Como solo el 2% del empleo está localizado en los sectores mineros y de hidrocarburos, su contribución a la reducción de la pobreza es marginal" (¿se escuchará esto en el Perú?).
De todas maneras, los mayores ingresos fiscales "permitirán cumplir con algunas de las Metas de Desarrollo del Milenio al 2015 (mortalidad infantil, salud materna, igualdad de género y agua y desagüe), sin embargo el cumplimiento de otras (extrema pobreza y educación primaria universal), sigue siendo un desafío significativo".
Dice el FMI que sus discusiones con las autoridades bolivianas se centraron en dos aspectos: "el primero, la política a seguir para contener las presiones inflacionarias que se derivan de la fuerte posición externa. Hubo acuerdo en que, para contener la inflación, debía mantenerse el superávit fiscal e impulsar una mayor apreciación de la moneda nacional". El segundo se refiere "a las políticas necesarias para relanzar la inversión privada de manera que refuerce un mayor crecimiento sostenible.
Aquí hubo menos acuerdo, pues nuestra misión enfatizó la necesidad de realizar mejoras al clima para la inversión, mientras que las autoridades expresaron su confianza en que la inversión privada estaba en camino y/ó que sería complementada por inversiones lideradas por el Estado, lo que incluye la asociación con gobiernos amigos".
La conclusión que se desprende de este informe es que el manejo macroeconómico no ha cambiado con el gobierno de Evo Morales: ahora hay superávit fiscal, de la cuenta corriente de la Balanza de Pagos y se ha reducido la relación deuda/PBI (todo lo que le encanta al FMI).
Tampoco ha habido "farra fiscal" ni desorbitadas alzas de salarios, mientras que se mantiene la pobreza pero se van a cumplir algunas Metas del Milenio. Todo eso se ha logrado con el cambio de las reglas de juego en los contratos de gas y petróleo con los inversionistas extranjeros, que han aumentado los ingresos fiscales de hidrocarburos de 2.8% del PBI en el 2003 a 9.7% en el 2006.
Y es aquí, claro está, que se concentran las diferencias entre el FMI y el gobierno. ¿Por qué? Porque no les gusta que un país pobre y pequeño demuestre que sí es posible recuperar la renta de sus recursos naturales para superar la pobreza y enfrentar los retos del siglo XXI (lo que no ha derivado en la salida de ninguno de los inversionistas extranjeros de Bolivia, tema sobre el cual volveremos en un próximo artículo).
Nada más, pero tampoco nada menos.