“Aquí, cada tres días sale un viento horrible. La población se tapa con una nube de arena del relave y nosotros absorbemos todas esas partículas”, dice María Cortés en su casa del barrio Aeropuerto de Chañaral. Como ella, cientos de vecinos de la comuna de la Región de Atacama todavía sufren el impacto de la acumulación de relaves de cobre que por décadas fueron arrojados en la bahía.
Todavía, porque hace diez años, el 30 de diciembre de 2003, se dio por terminado el proceso de descontaminación que había comenzado 13 años antes. Incluso el entonces Presidente Ricardo Lagos se bañó en la playa de Chañaral para demostrar que no había riesgo para sus 14 mil habitantes. Lo había prometido nueve meses antes, al cumplir tres años en el cargo, y lo hizo en una de las imágenes más recordadas -por lo inusual- de su mandato.
Hoy, sin embargo, distintos estudios muestran que los más de 360 millones de toneladas de restos de extracción de cobre depositadas junto a la costa aún amenazan a la gente.
En 2012, la U. Católica examinó a 162 vecinos de 18 a 65 años. Un 46,6% sufría males respiratorios como asma o síndrome obstructivo asociados a los relaves de cobre. Comparadas con la Encuesta Nacional de Salud, todas las muestras marcaron más del doble de afecciones del promedio de Chile. “Los resultados aparecen evidentemente asociados al relave”, señala la responsable del estudio, doctora Sandra Cortés.
Ese trabajo fue la segunda parte del realizado en 2006 por la misma investigadora. Esa vez, de 204 personas, el 44,8% presentó altos niveles de cobre en la orina, la mayoría residentes del sector Aeropuerto, a quienes, como María Cortés, les llega directamente el material particulado que el viento arrastra desde los relaves, un cóctel de plomo, arsénico, zinc, níquel y cobre, también presente en el mar que baña la playa.
Según especialistas, el cobre es retenido naturalmente por el organismo, pero su exceso genera daño hepático y neurológico. “El cobre se queda en los macrófagos, dentro de las células pulmonares. Si hay una presencia alta de ese mineral, hay que solucionarlo”, dice el toxicólogo y presidente del Colegio Médico, Enrique Paris.
Calificada por la Red Nacional de Acción Ecológica como “el más brutal ejemplo de lo que nunca debiera hacerse”, la bahía de Chañaral es uno de los problemas de contaminación marina más serios en el mundo, según el Programa de Medio Ambiente de Naciones Unidas.
“Pensamos que ya no es tiempo de seguir discutiendo si está o no contaminada. Le estoy pidiendo a la Presidenta Michelle Bachelet que también incluya en sus programas de descontaminación a Chañaral, para que de forma seria el Estado se preocupe de esto”, asegura el alcalde Héctor Volta (PR).
Hoy, el relave está a cargo de la empresa Copper Bay, que planea recuperar el cobre de la arena para limpiar la playa pero aún espera completar el financiamiento y obtener este año los permisos ambientales. “Si esto va en beneficio de descontaminar, si no tienen ningún problema posterior y generan fuentes laborales, no tendríamos ningún problema de darles los certificados”, concluye Volta.