27.11.09 Adital
Felipe Arizmendi Esquivel, Obispo de San Cristóbal de las Casas, Chiapas
Chiapas es un Estado privilegiado. Tiene historia, culturas, mar, selva, bosques, agua, plantas medicinales, biodiversidad, lagos, cascadas, arqueología, recursos energéticos, variados minerales y un pueblo muy valioso. Sin embargo, seguimos ocupando los últimos lugares en desarrollo humano, educación, salud, infraestructura, a pesar de los grandes esfuerzos de los diferentes gobiernos.
¿Cómo se explican este subdesarrollo? No es porque los pobres sean flojos, borrachos y atenidos. Los hay muy trabajadores, sacrificados y mártires hasta el cansancio por sacar adelante a su familia y a su pueblo. Yo mismo soy hijo de un campesino, un ejidatario.
Las minas son un recurso que puede ayudar a salir de la pobreza, si beneficia a todos. Para tratar estos asuntos, las tres diócesis de Chiapas hemos promovido encuentros. El Gobierno organizó un «Foro sobre explotación minera», y comparto algo de lo que allí expuse:
JUZGAR
Las minas son una riqueza, un potencial de desarrollo y bienestar. Para algo Dios las sembró aquí. Nada es al acaso. Dios ama a su pueblo y le regala recursos de toda índole, para que viva dignamente. Las minas no son producto humano de los pobladores, sino tesoro de Dios, que lo pone en nuestras manos. Es un deber explorar y explotar estos recursos, pues de nada serviría dejarlos que se queden enterrados para siempre, sin que a nadie aprovechen.
Cuando Dios creó este mundo, puso al hombre y a la mujer en un paraíso, porque ése es el plan de Dios: que este mundo sea un paraíso. Pero Dios, aunque puede, no quiere El solo hacerlo todo. Quiere que el ser humano cuide, trabaje y aproveche el cosmos, dentro de un orden: el orden de Dios y la fraternidad humana. Cuando el hombre no respeta a Dios, tampoco respeta a los demás, y se hace Caín, que mata a su propio hermano y lo hace a un lado. Ese no es el plan originario de Dios.
Las minas son una riqueza, siempre y cuando se respete el orden de Dios y la fraternidad. Esto implica respetar la ecología de la naturaleza y la «ecología humana», es decir promover un bienestar social para todos; cuidar el aire y el agua, no contaminarlos; no talar árboles sin reposición adecuada; tener en cuenta la salud comunitaria y los derechos de los pueblos.
Una mina es una riqueza, si sus beneficios se comparten y se distribuyen equitativamente; si se explora y explota de acuerdo con las comunidades en cuyo territorio está. El capital es necesario, pues nuestros pueblos carecen de recursos para hacerlo ellos solos, como sería lo ideal. Pero el capital no puede ser el que acapara la gran mayoría de los beneficios, dando a los pobres sólo unas migajas de consuelo transitorio, y dejándolos después sin minas, contaminados y abandonados a su suerte.
ACTUAR
¿Qué hacer? ¿Dejar el tesoro escondido en la tierra? ¿Explotarlo sin leyes, sólo con la del más fuerte? ¿Exponer a las comunidades a enfrentamientos y a nuevas divisiones?
Esto es lo que dijeron los campesinos: «Lo importante es buscarle solución a todas estas situaciones, sin pelear. Que no manipulen a las autoridades, ni a la gente con proyectos. Que no se afecte la vida humana, ni la ecología. Cuidar el impacto ambiental, a corto y mediano plazo. Subsanar daños colaterales. No presencia militar. Claridad en la información. No inflar los males; con los que hay, son más que suficientes. Es complicado frenar una explotación ya concesionada; por lo menos, observar y exigir que se cumplan los requisitos. Denunciar las incongruencias de lo que se promete y se hace. Fortalecer las estructuras comunitarias. Formar la conciencia de los agentes municipales. Cambiar las reglamentaciones del ejido, para que responda a la realidad».
Se debe consultar a las comunidades, para que analicen ventajas y riesgos. Urge elaborar nuevas leyes ejidales, municipales, estatales y federales, para que la explotación minera sea provechosa para todos, se protejan el medio ambiente y la salud comunitaria. Que las autoridades competentes revisen si se cumplen los requisitos para una concesión.
¡No a la minería depredadora! ¡Sí a la minería generadora de vida digna para todos!