«Los commodities van a bajar un poco y nosotros nos hemos gastado la plata en champagne. Hoy producir una libra de cobre vale más caro en Chile que en Estados Unidos», afirma.
Con 78 años de edad, la de estos días es la visita número 87 de Roberto de Andraca a Japón. Pero ésta, cuenta, tiene un vuelo especial: este fin de semana, junto a un grupo de empresas que componen el Comité Esperanza, el capítulo chileno del comité empresarial Chile-Japón y a la familia Tuki, de Isla de Pascua, entregaron un moái al pueblo de Minamisanriku, localidad donde murieron unas 1.200 personas en el terremoto y tsunami de 2011.
Un hecho simbólico, pero que no pasó desapercibido en el pueblo nipón… a la ceremonia de entrega de la estatua asistieron 61 medios japoneses. Y es que el moái, cuenta De Andraca, tiene para ellos una fuerza especial.
Además de ser un emblemático presidente de la Compañía de Acero del Pacífico (CAP), De Andraca es presidente del consejo directivo de la Universidad Diego de Portales, presidente del capítulo chileno del comité empresarial Chile-Japón y es miembro del consejo del Centro de Estudios Públicos (CEP), y, como tal, conoce lo que está ocurriendo en el mundo, y su análisis no es alentador: «Estoy viendo al mundo con crecimiento precario en los próximos tres años».
-¿Cuál es su percepción de la situación económica que vive Japón?
Es una sociedad altamente instruida y disciplinada, con un orden civil envidiable. Hace 10 o 15 años que estaban sin crecer ni decrecer… subían 1% o bajaban 1%. El problema era que no sólo no crecían, sino que también la población estaba envejeciendo y eran menos. Y estaban perdiendo lugares en el mundo. Al mismo tiempo, sus vecinos crecían mucho, sobre todo Corea. Los gobiernos intentaron varias cosas, pero la convivencia, que ha sido el éxito de Japón tras la guerra, no permite ciertas agresividades que son necesarias en la administración del país. Pero hace seis meses fue elegida una persona (el primer ministro Shinzô Abe) que está llevando las cosas por otro lado y ahora este es otro país, la gente está muy entusiasmada.
-¿En qué nota ese cambio?
En que repuntaron las exportaciones, comenzaron las preguntas de los compradores, se dieron cuenta, por ejemplo, de que pueden vender autos en competencia de precios con Corea, donde estaban perdiendo. En Chile, por ejemplo, ellos tienen el 22% del mercado (de automóviles), pero tenían el 35%, y Corea que antes manejaba el 5% ahora está en el 12%, y los chinos entraron con el 10%. Ahora vuelven a la pelea, y con mucha mejor tecnología.
Hay una saludable expectativa de que la cosa cambió y que llevará a Japón a brillar como una potencia en crecimiento, como fue hace 18 años.
-De hecho, la bolsa en Japón ha crecido más de 40%, ¿cuál es el desafío?
Antes, cuando brillaban, estaba Estados Unidos, ellos y Europa, ahora además está China, que afecta mucho el balance. Se han dado cuenta de que tienen que avanzar más en tecnología y en ciencia; es su única defensa de China, y eso están haciendo.
-¿Cuál es su balance de la caída de la bolsa japonesa la semana pasada?
Yo nunca miro la bolsa día por día, la miro año por año, y cinco años por cinco años; eso aprendí aquí, que las cosas miradas en corto plazo son sólo para quedar pobres. Ayer cayó la bolsa por unos datos de China, pero ese es un informe, y al día siguiente va a subir. Este es un país muy firme porque su gente trabaja.
«La época de las vacas gordas y grandes ya pasó»
-Pero ese dato de China al que usted hace referencia mostraba una baja en la producción industrial, ¿no cree que puede ser ya una tendencia?
Si se anunciara otra y otra cosa en el mismo sentido, claro que sería distinto, pero no creo que sea así.
-¿Cómo ve a China y al mundo, entonces?
Estoy viendo al mundo con crecimiento precario en los próximos tres años, ni crecimiento ni decrecimiento. Si hay crecimiento o decrecimiento será del 0,5%, principalmente centrado por Europa. Quizás el que está saliendo más rápido es Estados Unidos, y puede ser que China baje su rendimiento un poco más. Se terminó la fiesta para los latinos, porque los commodities van a bajar un poco y nosotros nos hemos gastado la plata en champagne. Piense que hoy producir una libra de cobre vale más caro en Chile que en Estados Unidos. Tenemos una energía carísima, sueldos muy altos y es un tema del que no se puede hablar porque nos hemos vuelto muy ideológicos.
-¿Qué tanto se desacelerará China?
Está bajando despacito, no creo que llegue a 5%, China tiene mucho que crecer y tiene la capacidad.
-¿Viene entonces una caída de los commodities?
No caída, pero no estarán en los precios locos. Lo centro en el mineral de fierro, que valía US$10 hasta hace unos 15 años, hace 5 años valía US$180, hoy vale US$130, y quizás baje hasta US$100, pero no más que eso, porque la electricidad no ha bajado, el estándar de vida de los países ha subido.
-¿Y el cobre cree que va a bajar de los US$3?
Me temo que pueda bajar de los US$3.
La época de las vacas gordas y grandes ya pasó y tendremos que esperar 5 años para que vuelvan, pero la economía es así, cíclica. Ahora, yo creo que estamos bien preparados para esto, mejor que los otros, lo que sí pasa es que hemos tratado de conseguir paz social comprándola. Y la paz social no se mantiene comprándola, sino consiguiendo que la gente entienda lo que se está haciendo.
«Me gustaría tener un buen gobierno de derecha»
-En ese escenario, ¿cómo ve el debate presidencial?
Muy fluido, porque el país se enriqueció muy rápido y la gente cree que enriquecerse es como esperar llover. Como no es así, algún día nos vamos a dar cuenta de que las cosas no son tan rosadas y que pudimos haber elegido un gobierno inconveniente. Porque cuando las materias primas están caras Chile anda bien, vive de ello. Pero si tenemos las materias primas a precios medios, y tenemos desórdenes internos porque nos hemos acostumbrado a tomar champagne, es más complejo.
-Ud. dijo en una ocasión que bajo los gobiernos de la Concertación se respetaron más las reglas del juego que en el gobierno de Piñera.
Cuando elegimos a Piñera creíamos que estábamos eligiendo a una persona y a un tipo de gobierno que respetaba las instituciones, menos voluble, y la verdad es que no ha sido así. Ha sido un gobierno más blando en tomar decisiones. Todo lo que ha hecho ha estado bien, ha sido un buen gobierno, pero han faltado cosas.
-¿A usted le gustaría entonces que la Concertación volviera a gobernar?
Me gustaría tener un buen gobierno de derecha.
-Usted dice que nos hemos acostumbrado a tomar champagne, ¿dónde?
Principalmente en las compañías estatales, y en el sistema eléctrico donde no se ha tomado la actitud que permite crear competencia, y eso es muy grave.
-¿Por la judicialización?
Sí, pero todo eso pasa porque la dirección de arriba no es respetada. Porque si tienes una institución dedicada al medio ambiente que aprueba algo y dice que está todo bien, uno esperaría que la justicia no asuma o no acepte esos casos. Pero probablemente esto es consecuencia de los 20 años de gobierno anterior, en que pusimos jueces que estaban preocupados más bien de escuchar todas las posibilidades de arreglar un problema, en vez de ser capaz de decir: ese problema no me corresponde a mí.
«Les impresionan más las cosas del espíritu que del dinero»
La historia del moái que el fin de semana fue instalado en Minamisanriku se remonta a pocos días después del terremoto y tsunami del 11 de marzo de 2011 que azotó a Japón.
Lo primero que hicieron en el Comité Chileno-Japonés, cuenta De Andraca, fue realizar un Te Deum en la Plaza de la Ciudadanía para rezar por Japón. «Salió en las noticias de la tarde en Japón, porque les impresionó. A ellos les impresionan más las cosas del espíritu que del dinero», cuenta.
Luego quisieron hacer algo más concreto. Pensaron hacer un concurso de escultores y llevar al ganador a Japón, pero finalmente optaron por viajar y preguntarles a los mismos japoneses qué querían. Se reunieron con el alcalde de Minamisanriku y su petición fue clara: Tras el terremoto y tsunami del año 1960, que afectó a Chile y a Japón, Chile entregó a ese pueblo de pescadores una cabeza de un moái, el que con el maremoto de 2011 recorrió ocho cuadras y quedó varado bajo la escuela; ahí la volvieron a levantar. Ahora el alcalde quería otro moái para la plaza. De Andraca respondió: «Le vamos a conseguir uno, pero auténtico».
Conseguir el moái de Isla de Pascua fue otra historia. En un comienzo vivieron la oposición de comunidades pascuenses y autoridades, hasta que un día, en una de las reuniones, apareció Manuel Tuki, escultor. Con voz enérgica dijo que cuando Chile sufrió el terremoto tuvieron el apoyo del pueblo japonés y que por lo tanto esto era lo mínimo que podían hacer. Sacó una piedra de su casa y la esculpió junto a su hijo Benedicto, quien asistió junto a su señora a la entrega del moái.
«La entrega fue algo muy emocionante, ellos le dan poder al moái, creen que les da suerte. El moái llegó en diciembre y ha recorrido varias ciudades de Japón», señala.
«Es una cultura muy distinta y uno tiene que aprenderla, y aprenderla entera. Nosotros venimos de una cultura esencialmente individualista, con una religión judeocristiana que nos dice que somos hechos a imagen y semejanza de Dios, como unos semidioses. Los japoneses son budistas o shintoístas. A ellos lo que les importa es la realidad, y la realidad no es blanca ni negra, sino que tiene distintos tonos de plomo».
-¿Qué podría aprender el mundo empresarial chileno del japonés?
Ellos trabajan muy bien en equipo. Nosotros trabajamos un jefe y empleados. En Chile tienes un equipo en una empresa y lo que hacen cuando discuten un problema es un debate intelectual; ellos no, van dando datos para hacer lo que tienen que hacer, mejorando las cosas. A un occidental, por ejemplo, le haces una pregunta y no puede dejar de contestarla, porque se siente mal si no puede dar una opinión de algo. Los japoneses dicen que no saben cuando no saben y averiguan. Son muy humildes y nosotros muy arrogantes. El tiempo tiene otra magnitud para ellos. Un japonés me decía que nosotros vivimos empujados por el tiempo, ellos viven adentro del tiempo, porque para nosotros los objetivos si se alcanzan después de muertos no sirven para nada; en cambio, si es un grupo, el objetivo sigue y cuando llegan lo celebran acordándose del que más los acercó que puede estar muerto.
-¿Dónde se encuentran estas dos culturas, la chilena y la japonesa?
Hay una cosa que encuentra a Chile y Japón, en que para nosotros es difícil prometer algo y no cumplirlo, porque somos muy pocos y estamos muy juntos. Es gente muy seria y nos encuentran serios.
«En CAP, tenemos que crecer más rápido y estamos en la conceptualización de cómo hacerlo»
-¿Cuál es plan de inversión de la CAP este año?
Estamos trabajando en un plan de US$1.500 millones. Debemos tener un crecimiento más rápido y estamos en la conceptualización de cómo hacerlo, y tal vez esa forma de crecer más rápido es con socios específicos, en puntos específicos. Nosotros estamos creciendo al doble en Perú, y a lo mejor en la inversión que estamos haciendo ahí, que eventualmente va a ser de US$ 50 millones en los próximos 14 meses, podemos meter un socio. En Argentina, ahora estamos por mirarla.
En Brasil estamos entrando. En un período de aprendizaje, de tres años en que operamos muy despacio, sin esperar obtener utilidades, pero conociendo el mercado, nos está yendo bien. Es una operación chica, de ventas anuales de unos US$ 12 millones, pero que el año pasado eran US$ 2 millones, y que el año próximo debiera ser de US$ 30 millones.
-¿Cómo ha sido para ustedes hacer negocios en Argentina?
Muy bien, porque no somos chilenos, nos llamamos «Tubos Argentinos», los gerentes son argentinos y sólo se iza la bandera argentina. No vamos a tener problemas. Estamos por mirarla porque el país sigue creciendo, pero no puedo imaginarme cómo ese país va a seguir creciendo a partir de 6 meses, con una situación como la que tiene. Los países cuando se desordenan es cuando se producen caídas feas, de esas que uno no espera.