La minera Peñasquito, propiedad del consorcio canadiense Goldcorp, opera entre la animadversión de ejidatarios del municipio de Mazapil, a quienes debe devolver por orden judicial más de 600 hectáreas, y si bien prevé producir un promedio de 500 mil onzas de oro anuales en los 22 años que operará, también causa grave contaminación con la tierra y los sedimentos que deja en la atmósfera debido al uso de explosivos y el transporte de miles de toneladas de tierra las 24 horas del día.
El gerente de operaciones extractivas de Peñasquito, Carlos Almanza, asegura que los caminos hacia la mina se riegan cada día con miles de litros de agua para evitar la polución. No obstante, una gris y densa nube de polvo está permanentemente sobre el complejo.
Hoy día solamente puedes trabajar con prácticas de clase mundial, respetando el medio ambiente, las mejores prácticas, buscando la eficiencia operativa. No hay otra forma de hacer minería hoy día, afirmó.
Luego de recorrer el complejo, el corresponsal de La Jornada fue guiado por un vehículo de Peñasquito para salir por una carretera distinta a la del acceso principal, donde protestan trabajadores subcontratados que piden más salario y reparto de utilidades.
No somos monedita de oro, somos mucho más que eso: ¡minera Peñasquito!, se ufana un locutor en el radio de la camioneta, sintonizado en la frecuencia 49.9 de FM Radio Peñasco, emisora particular de Goldcorp.