La Xunta de Galicia vuelve a tender la mano a una empresa de capital canadiense especializada en rastrear metales preciosos por el planeta. Esta vez la agraciada es Goldquest, una compañía que planea empezar a perseguir filones en un territorio que forma parte de dos reservas de la biosfera (Río Eo-Oscos-Burón y Terras do Miño) y que se reparten cuatro Ayuntamientos lucenses (A Fonsagrada, Baralla, Baleira y Becerreá). Goldquest espera encontrar en este paisaje montañoso bañado por un pertinaz mar de niebla plata, oro, plomo, cinc y cobre, sumándose así a la decena de compañías que actualmente tramitan licencias mineras para extraer metales preciosos en Galicia.
Hace tiempo que corría el rumor por la comarca, pero la amenaza no se hizo de veras patente hasta que hace pocas semanas amanecieron clavadas en el tablón de anuncios del Ayuntamiento de A Fonsagrada las aspiraciones de los mineros. El asunto de la mina de plata había incluso llegado al pleno municipal. La oposición preguntó a principios de año si era cierto que una empresa había solicitado un permiso que afectaría a las montañas protegidas del municipio, y el gobierno local respondió que no tenía noticias al respecto.
Pero ahora se ha sabido que la Consejería de Economía e Industria ha tramitado el permiso de investigación a favor de la filial patria de la marca, Goldquest Ibérica, con sede en Ponferrada y Madrid y un teléfono de León en el que ayer por la tarde contestaba un geólogo. Según este representante, es “preferible” usar la expresión “se superpone” que utilizar el verbo “afecta”. Es decir, que el área que Goldquest va a explorar “se superpone” a las reservas de la biosfera.
“¡Los metales no están en los supermercados!”, dice la compañía
“Los metales no aparecen debajo de los supermercados; qué más quisiéramos”, razona el técnico de la compañía minera. “El oro, la plata y el plomo es necesario buscarlos donde la naturaleza ha querido que estén”. Según explica este portavoz, de momento Goldquest no sabe dónde está el mineral, y el permiso todavía está en fase de exposición pública. Aunque esto último lo desmiente el propio Diario Oficial de Galicia (DOG), que ya publicó la resolución de la licencia. Si la empresa llega a explotar el área protegida, promete el geólogo, se ceñirá “a la ley”, porque Goldquest “siempre ha defendido la naturaleza”.
El anuncio aparecido en el boletín oficial de la Xunta hace referencia a 68 cuadrículas mineras, aunque el papel que estuvo expuesto en el tablón de A Fonsagrada hablaba de 396. Si finalmente el proyecto se limitase únicamente a la superficie confirmada por el DOG, la investigación minera ya afectaría de lleno a las dos reservas de la biosfera situadas en el límite entre Galicia y Asturias y a un lugar de interés comunitario (LIC). Este tercer paraje es el de la Serra de Foncuberta, pendiente de incorporarse a la Red Natura, cuya ampliación se tramita en la actualidad.
La Sociedade Galega de Historia Natural (SGHN) ha sido el grupo ecologista que ha trasladado a mapas las coordenadas recogidas por el permiso de exploración concedido a Goldquest y ha confirmado las sospechas. Con los datos en la mano, el presidente del colectivo, Serafín González Prieto, envió a finales de la semana pasada un comunicado de alerta al Comité Español de las Reservas de la Biosfera solicitando una “evaluación científica urgente”. Una vez definido el peligro, la SGHN pide que se remita un informe a la Unesco.
En la zona hay más de 500 especies vegetales, muchas protegidas
La zona protegida sobre la que se superpondrían las investigaciones de la empresa minera son las montañas de las que beben tanto el río Eo como el Miño y su tupida red de afluentes. La reserva del Eo sigue el curso del río y llega hasta su desembocadura protegida. Entre el conjunto de la flora presente, en el caso, por ejemplo, de la Reserva Eo-Oscos-Terras de Burón se ha constatado la presencia de 97 familias y más de 500 especies, en las que se incluyen taxones protegidos como la Woodwardia radicans, el Narcissus asturiensis y la Zostera marina. Entre las aves, cuando se elaboró la memoria para la declaración de la reserva se registraron 219 taxones agrupados en 54 familias. Como especies invernantes destacan el colimbo grande (Gavia immer) o el correlimos común (Calidris alpina). En los bosques del interior habita el búho real (Bubo bubo).
Además, esa misma memoria recoge una importante población de nutria paleártica (Lutra lutra) y la presencia de desmán ibérico (Galemys pirenaicus), una especie considerada en situación precaria. Abundan, también, las jinetas, los gatos monteses y los zorros, y se ha registrado, últimamente con más frecuencia, la presencia de osos pardos. La enumeración que hace la reserva, incluye, además, abundantes variedades de moluscos recogidos en la Directiva Hábitats, anfibios y reptiles.
En el mapa sobre el que se podrían superponer las labores mineras se cuentan también hayedos atlánticos, robledales y bosques de castaños, alcornoques y acebos. La minería de oro y de plata utiliza generalmente cianuro para desprender el metal preciado de la roca. El portavoz de Goldquest asegura que el método que se aplicará, en caso de encontrar cantidades rentables, todavía no está definido, pero apela al buen hacer de los suyos: “Nuestra minería es científica, actual, rigurosa”.
La Defensora del Pueblo investiga otro filón
S. R. P.
La Defensora del Pueblo, Soledad Becerril, investiga actualmente de oficio la mina de oro de Corcoesto, que toca tres municipios de A Coruña (Cabana de Bergantiños, Coristanco y Ponteceso) y afecta otra área protegida, el cauce y el estuario del río Anllóns. Becerril reclamó a la Xunta información sobre la aprobación de la declaración de impacto ambiental después de ver publicado en EL PAÍS un informe “alarmante” sobre los niveles de arsénico en la zona, que tendrían relación con las actividades mineras de extracción de oro llevadas a cabo en el lugar hace un siglo por una casa británica. Este estudio, firmado por científicos del CSIC y de la Universidad de Vigo, salió a la luz también de la mano de la Sociedade Galega de Historia Natural, el grupo de defensa medioambiental que ahora alerta sobre la invasión de dos reservas de la biosfera en Lugo.
La fiebre del oro que se ha desatado con la crisis mundial ha puesto sobre la pista de los viejos filones gallegos y asturianos a varias compañías canadienses que han creado filiales en España. En diferentes fases de su tramitación se cuentan en las cuatro provincias gallegas al menos 10 minas que pueden ser reabiertas en poco tiempo. El oro, que aparece asociado a terrenos ricos en arsénico, es un refugio seguro para inversores de todo el planeta que siguen al minuto las evoluciones ante la Administración gallega de compañías que cotizan en la bolsa de Vancouver.
Según explica un portavoz de la SGHN, todos los informes científicos que está sacando a la luz este grupo ecologista alertando sobre los peligros de la minería de oro a cielo abierto y el alto nivel de arsénico registrado en las rocas de Corcoesto son consultados desde los más remotos países, “también varios paraísos fiscales por todos conocidos”. Los inversores parecen no querer ni un solo tropiezo. El penúltimo caso de compañía canadiense que tramita permisos de investigación en Galicia saltó la semana pasada: Medgold Resources anunció a través de su web un ambicioso proyecto en Pinzás (Tomiño, Pontevedra) como estrategia para dar su salto a España y convertirse en “líder del oro en Europa”.