Internacional

No diga Amberes, diga diamantes

En tan sólo un kilómetro cuadrado, en los alrededores de la estación central de la ciudad belga de Amberes, se concentra el 80% de toda la producción mundial de diamantes en bruto.

Durante más de cinco siglos el nombre de Amberes, la segunda ciudad belga más poblada, ha estado ligada al de la alta joyería. Los diamantes reflejan un camino pulido que ha hecho de Bélgica un punto estratégico para el comercio mundial de estas piedras preciosas, a las que un reciente y espectacular atraco en Bruselas las ha sacado de su habitual entorno discreto.

En los alrededores de la estación central, en el seno de una de las comunidades judías más grandes de toda Europa, es donde se concentra la producción mundial de diamantes en bruto.

Estas joyas constituyen actualmente, después de la actividad portuaria, la segunda actividad económica más relevante de Amberes, y ocho de cada diez diamantes brutos que se comercian en todo el mundo, pasan por esta ciudad dejando a su paso más de 42.000 millones de euros anuales.

Con más de 1.800 empresas internacionales asentadas en la ciudad, los diamantes representan el 5% de las exportaciones de Bélgica y el 70% de su balanza comercial.

Todo ello se traduce en más de 34.000 puestos de trabajo indirectos, sin embargo, la fuerte competencia, la globalización y el auge del comercio por internet están desviando el negocio de los diamantes de Amberes.

Por este motivo, el propio sector del diamante prepara una estrategia para 2020, para orientar sobre el cumplimiento, la modernización y pequeños programas de apoyo a empresas, entre otras mejoras, para preservar el futuro del negocio.

ROBO ESPECTACULAR

El espectacular robo de diamantes valorados en 37,4 millones de euros (US$50 millones) ocurrido recientemente en el aeropuerto internacional de Zaventem, en Bruselas, y una mercancía procedente del Centro Mundial de Diamantes de Amberes (AWDC), ha puesto de plena actualidad este negocio, que se desarrolla siempre en la máxima discreción.

La AWDC se mostró «muy preocupada por el suceso», que a su juicio «suscita muchas cuestiones sobre la seguridad del aeropuerto de Bruselas», por el que cada día circulan joyas por valor de entre 150 y 200 millones de dólares, explicó a Efe su portavoz, Caroline De Wolf.

El procedimiento habitual para el transporte internacional de diamantes a través del aeropuerto bruselense consiste en una comitiva compuesta por miembros del «consejo de seguridad» privado de la propia AWDC, y que son acompañados «hasta el mismo avión» por policías nacionales belgas, precisó De Wolf.

Según los «estrictos requerimientos de seguridad» de la AWDC, hasta dos unidades móviles de policía deben escoltar a los vehículos que transportan los diamantes hasta su llegada al aeródromo, y posteriormente los miembros del cuerpo han de acompañar al servicio de transporte durante el embarque en el avión.

DIAMANTES CON NOMBRE PROPIO

Mucho antes de que personajes tan ilustres como el pintor Rubens o el selecto grupo de diseñadores, los «Seis de Amberes» (Dirk Bikkembergs, Ann Demeulemeester, Dirk Van Saene, Dries Van Noten, Walter Van Beirendonck y Marina Yee) dieran a conocer a esta ciudad, las aguas del río Escalda eclipsaron la atención de los primeros comerciantes que decidieron emprender nuevas rutas por la India.

Precisamente, de allí procedían todas las riquezas de Oriente, que poco a poco, se esparcieron por todo el continente europeo gracias a otra joya europea, en este caso italiana: los canales de de Venecia.

El perfecto engranaje se completó con la ciudad flamenca de Brujas, que gozaba de un reconocido comercio de tejidos y un mercado monetario muy sofisticado.

En concreto, en las calles de Amberes se encuentra un tributo a uno de los ciudadanos de Brujas más famosos, Lodewijk van Bercken, a quien se le atribuye el desarrollo del método moderno de la utilización de un diamante para cortar un diamante.

Así, en plena era de los descubrimientos, la posición hegemónica de Amberes se reforzó después de que en 1498 el navegante portugués Vasco de Gama descubriera una ruta marítima directa a la India, y que cambió la balanza comercial de Venecia a Lisboa.

Sin embargo, la edad de oro de la metrópoli no se consagró hasta poco después, cuando por las arterias de la ciudad ya circulaban cerca del 40% del comercio mundial de diamantes para ser cortados y pulidos por reputados artesanos de la ciudad.

ARTE CONVERTIDO EN JOYA

Durante la última década y hasta el pasado mes de abril, Amberes contaba con un museo dedicado en su integridad a esta apreciada joya.

Desde que el museo del Diamante cerrara sus puertas, el museo MAS o Museo a la orilla del río (Hanzestedenplaats, 1), ha tomado el testigo, y actualmente los muros rojizos de este gran museo esconden un pabellón que ilustra la historia del diamante, la importancia económica y muchas otras facetas de la actividad típica de Amberes.

El «Pabellón del Diamante» alberga una colección de joyas, entre las que destacan los «corazones flamencos», piezas claves del siglo XVII en el sur de Holanda, y otras creaciones de las mejores casas de joyería belgas, como Wolfers Frères o Ruys, y firmas internacionales como Cartier o Chaumet.

Asimismo, se ofrecen distintas rutas turísticas y múltiples planes que invitan a los distintos ciudadanos a perderse entre los talleres de los maestros pulidores.