Por segunda vez, el Carnaval de La Paz, ahora en su edición 2013, se convirtió en medio de protesta para expresar el repudió de la ciudadanía hacia la actividad minera en Baja California Sur y aprovechando, además, enviaron un mensaje a la alcaldesa, Esthela Ponce Beltrán: “Urge el POEL”.
Desde las 18:00 horas, en un día nublado, carros alegóricos junto a las comparsas se acomodaban poco a poco. Algunos se pintaban el rostro, otros trataban de olvidar el frío que los envolvía, provocando que hicieran algunos pasos de baile.
Rezagados hasta el final se encontraban cuatro creaciones poco usuales: un par perteneciente a la comunidad travesti-lésbico-gay y otros dos vehículos de pobladores de Los Planes y activistas de Medio Ambiente y Sociedad (MAS), ambos en contra de la minería tóxica.
La gente se aglomeraba en las banquetas. La combinación de la padecería de fragancias, creaban una atmósfera donde el penetrante olor a caño, emitido por los escusados de plástico, se enredaba en los bellos de las narices de los miles presentes.
La Policía Militar con garrote en mano, vigilaba a la audiencia acompañados de elementos de la Secretaría de Marina, sosteniendo su arma de alto poder. Cargadas por si las dudas. Aunque las personas ignoraban las figuras castrenses, era inevitable observarles tiesos, mirando por la rabadilla del ojo, atentos.
Las explosiones de los fuegos artificiales parecían alcanzar las nubes, creando remolinos de pólvora quemada no antes sin dejar las chispas de colores naranjas sobre las cabezas de los emocionados testigos de la larga fila de músicos, bailarines y reyes.
Las autoridades municipales, se elevaban por encima de la sociedad. Desde las alturas, saludaban a quienes le rendían pleitesía. Casi por una hora, los saludos eran respondidos por la presidenta municipal y su sequito.
Las miradas eran jaladas por los carros alegóricos de la comunidad gay. Sin embargo, el respeto era poco. Los letreros de los voluntarios con la leyenda: “no lanzar objetos al desfile”. La lluvia de huevos se intensificó en cuanto ellos y ellas pasaban frente del público.
Justo frente a ellos, una carabela de cartón llamada: La Pitalla, avanzaba. Los tripulantes, piratas canadienses e inversionistas, quienes ofrecían dinero a cambio de enfermedades. Delante del convoy se encontraba la organización en Defensa del Medio Ambiente y Desarrollo Rural Sustentable de Los Planes.
Una sorpresa iban guardando para Ponce Beltrán. Le recordaron el olvido en el cual se encuentra el Programa de Ordenamiento Ecológico Local (POEL). Ante el desplegado, la edil tuvo que levantarse y hacer la peña-señal: alzó los brazos con una sonrisa diplomática.
El gobernador, Marco Covarrubias Villaseñor, no quedó exento y en una de las mantas de las brigadas se dirigía un mensaje a él: “Legislen a favor del Agua y la Vida”.