martes, 1 septiembre, 2009
Milagros Salazar, periodista y corresponsal de Inter Press Service (IPS)
“Cuando un periodista va a una zona de conflicto minero yo siempre digo que es como que se va a la guerra. Cuando es enviado a una zona donde el conflicto está en su punto máximo de ebullición es como irse a la guerra, en el sentido de que hay un escenario polarizado, hay un escenario de enfrentamiento.
Por la tanto, el periodista no puede ir desarmado tiene que ir con la armas suficientes para poder entender lo que esta pasando, para poder informar a la opinión pública y a su medio de comunicación de lo que está pasando. En ese momento es el enviado especial quien va a dar a conocer al país lo que está pasando en este sitio y, por lo tanto. para mi es como un corresponsal de guerra y es con ese nivel de seriedad con que debe tomarse el tema.“Ese es el desafío que tiene el periodista, es un escenario muy polarizado donde cada quien argumenta su posición y las posiciones están muy enfrentadas.
En esos momento es muy difícil que alguien ceda, el periodista está en la zona como que a paso de equilibrista, tiene que ser cauto, saber cuándo puede ser incisivo, cuándo sólo observar y escuchar, es importante toso eso.
Y en ese escenario habría que preguntarse si son válidas las preguntas que son inducidas cuando vemos que hay reporteros, sobre todo en televisión, que de manera muy desatinada plantean preguntas confrontancionales a las comunidades o a diversas organizaciones.
“Otro aspecto de ese escenario polarizado es que en un conflicto siempre estamos frente a juegos de poder de tipo político, económico, social y estos juegos de poderes tienen que ver con disputas de intereses y derechos.
Cada actor que participa en un conflicto está actuando desde su propio interés y no veamos el interés como algo malo sino como algo legítimo que uno está en todo derecho de defender. Cada quien tiene derecho a defender lo que cree.
“En este juego de poderes que es dinámico, que es cambiante, que te plantea coaliciones, yo he planteado un gráfico donde pongo en medio a la prensa, a los medios de comunicación y pongo a los diversos actores que participan en conflictos: el gobierno, las empresas mineras, las comunidades, los [partidos] políticos. Hay una serie de actores.
No necesariamente es que esos actores se ponen frente a frente, algunas veces algunas empresas mineras pasan al lado y algunos partidos políticos también, se forman alianzas y coaliciones. Es [un escenario] dinámico. El periodista, por lo tanto, tiene que tener muy claro que eso existe.“También hay que plantearse la pregunta: ¿En este juego de poderes qué rol cumple el medio de comunicación, el de actor, de mediador? ¿Cómo hace el periodista para conciliar la responsabilidad que tiene de informar los más objetivamente posible con la línea política que tiene el editor? Ese es un aspecto que hay que tener en cuenta.“
Otro desafío que he podido ver son los prejuicios, los mitos que existen. Cuando uno llega a una zona de conflicto resulta que hay muchos mensajes en el ambiente que pueden ser muy contaminantes. Muchas veces son los que generan esas medias verdades, que el periodista tiene que distinguir para saber qué va a informar, distinguir cómo se origina, de quién viene.
El periodista tiene que corroborar eso en el lugar de los hechos. Eso es lo que nos distingue a los que vamos a las zonas de cualquier otro tipo de periodista que no va a la zona, que tiene que asumir que pasa algo sin estar ahí, es un desafío desentrañar qué hay.“Hablando de este tema de prejuicios y mitos recuerdo mucho el caso de La Oroya. Es un reto para un periodista escribir sobre La Oroya.
Uno dice, cómo puedo contar otra historia que ya no se haya dicho o de repente el reto es tratar de reconstruir lo que no se dijo. Cuando yo viajé a La Oroya había una idea que los médicos que estaban implementando una serie de programas de ayuda en salud a las personas contaminadas por plomo habían propalado entre la población.
Les decían: ‘Si te alimentas bien, si te lavas bien las manos, no te vas ha contaminar, el tema es que tu no comes bien, porque no comes bien y no te lavas bien las manos por eso tienes plomo en sangre’. Esas cosas que se van transmitiendo y alguna gente termina creyéndoselo o quiere creer que es así.
Entonces, ya sólo escribir sobre esas estrategias y esos mitos ya daría para todo un reportaje aparte y todo un estudio también, pero ese es un desafío que asume uno como periodista cuando va a una zona de conflicto.
No quedarse con el reporte diario“
Está claro que los periodistas tenemos el reto de informar, sobre todo los que hacen periodismo diario, de informar en tiempo récord, (…) es todo un reto poder informar sobre estos conflictos en tiempo récord, además sobre hechos complejos de manera sencilla y hacer el equilibrio de no llegar a convertir esa información en simplista. Ser sencillo no quiere decir llevarlo al extremo de ser simplista y al final no se diga nada y se pierda o se caricaturiza.
Cuántas veces hemos visto que cuando hay un conflicto el reporte consiste sólo en decir cuántos muertos, mil comuneros bloquearon la carretera tal y ni siquiera un párrafo de por qué se desato el conflicto, ni antecedentes ni nada. Por lo menos mínimamente debería haber un par de párrafos que expliquen, que contextualicen el asunto.“El que se desate un conflicto es una oportunidad para decir lo que está en el fondo, por lo tanto, es importante cumplir con el despacho diario pera tratar de informar también de manera mucho más amplia y tratar de darle mayores fundamentos.
“El recojo de información básica antes de ir a zonas del conflicto es sumamente importantes y hacer todo un barrido de todo lo que se ha publicado del caso, para no ir y estar preguntando desde lo básico. (…)Estos conflictos te plantean que el periodista muchas veces va a tener que buscar información científica en temas medioambientales, hay documentos muy técnicos llenos de códigos y fórmulas y hay que conocer de normas ambientales..
Es todo un reto para un periodista, tiene que ver del impuesto a la renta que aportan estas mineras, de las regalías, de la repartición del canon, de cuánto le toca a la autoridad local, a la autoridad regional. Eso tiene que estar clarísimo para alguien que va a cubrir eso, sino está en nada.“Intentar dialogar con los actores directos es sumamente importante, así como se va a las comunidades hay que pedir una reunión también con el representante de la empresa minera sino no tienes la historia completa.
Contrastar las versiones recogidas con los informes técnicos, las fuentes primarias es básico, a veces los expertos hablan de lo que se acuerdan y no siempre hay como sustentarlo.
Hay que invertir tiempo en esto por que es importante.“Este tipo de conflictos también nos plantea un conflicto de visiones, (…) yo he vivido toda mi vida en Lima desde mi mirada capitalina puedo ver algunas formas de comportamiento de las comunidades de las zonas rurales muy distintas a las mías y entonces yo puedo darle un valor desde mi mirada capitalina y tergiversar porque no me he puesto en el plan de escuchar al otro y comprender desde su visión qué significa, por ejemplo, el que yo defienda la tierra, qué significa el derecho al agua.
Eso te exige tener un dialogo intercultural, eso es un requisito fundamental”.