Argentina

Minería en la Quebrada de Humahuaca

La Nacion
Noticias de Opinión
Lunes 21 de julio de 2008

La posible explotación de una mina de uranio en la Quebrada de Humahuaca ha despertado la preocupación en una de las zonas más frágiles desde el punto de vista cultural y natural.

La semana anterior, varias comunidades (Juella, Yacoraite, Huacalera) al igual que el Concejo Deliberante de la Municipalidad de Tilcara se pronunciaron contra la práctica minera en la zona. Los hechos recuerdan el conflicto que despertó en 2000 el proyecto de construir una línea de alta tensión que atravesaría la zona hasta llegar a La Quiaca, al fracturar así su belleza natural.

La propuesta fue finalmente desechada porque no se encontraba debidamente justificada desde el punto de vista técnico y económico.

De haberse aceptado el proyecto, el impacto paisajístico y cultural hubiera desvalorizado la zona, con el consecuente menoscabo de ese recurso turístico irreemplazable.

La conciencia de ese valor hizo que años después, en 2003, la bellísima Quebrada de Humahuaca fuera declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

Así, ese valle andino que se extiende por 155 kilómetros en el noroeste argentino, obtuvo por voto unánime de los 21 integrantes del Comité de Patrimonio Mundial de la Unesco la calificación del paisaje como un "sistema patrimonial de características excepcionales".

Efectivamente, se trata de un itinerario cultural de 10.000 años. Por sus senderos caminaron aborígenes de distintas etnias que aún hoy conservan creencias religiosas, ritos, fiestas, arte, música y técnicas agrícolas y ganaderas que constituyen un patrimonio viviente.

La declaración importa una responsabilidad especial para las autoridades y para sus habitantes. Una responsabilidad que implica el fortalecimiento de un desarrollo educativo y sustentable de la zona, y la preservación de su cultura.

Por ello, la Quebrada de Humahuaca es una zona protegida y turística por excelencia para la provincia de Jujuy. En particular, en la zona de Yacoraite nace el río del mismo nombre, que provee de agua a poblaciones ubicadas más abajo, única fuente utilizada tanto por pobladores como por pequeños productores agrícolas de varias comunidades.

Sin dudas, una actividad como la minera requiere de una profunda evaluación de impacto ambiental, en especial en áreas sensibles. Y como lo hemos resaltado a menudo en estas columnas, la evaluación del impacto ambiental consiste en un proceso administrativo de predicción y prevención de los efectos que determinadas actividades humanas pueden causar sobre el ambiente.

Un proceso en el que se analiza una determinada propuesta, se informa debidamente quiénes pueden estar afectados o beneficiados, se les otorga la oportunidad de presentar observaciones, datos, puntos de vista, y sus manifestaciones deben ser registradas y contestadas en un expediente.

Se trata de un proceso que estimula a todas las partes para acometer un futuro integrador, que brinde la seguridad jurídica necesaria para poder ponderar los riesgos para la salud y el medio ambiente a la luz del conjunto de interrelaciones que se presenten desde la diversidad de posiciones, y considerar los costos sociales y económicos envueltos en la concreción del proyecto, los desequilibrios que podría provocar en la comunidad afectada, y los beneficios que se obtendrían.

El costo ambiental del daño provocado por cualquier iniciativa debe ser evaluado en profundidad, teniendo en cuenta que aun cuando esté en condiciones de suministrar beneficios inmediatos puede afectar el aire puro, las aguas limpias, los paisajes deslumbrantes y los sitios de recreación de lugares cuyo valor reside precisamente en esas condiciones naturales.

En ese valor, tan poco considerado en los pasivos ambientales, puede residir el potencial crecimiento económico de una comunidad. Evidentemente, la Quebrada de Humahuaca merece contar con una planificación que brinde reglas claras para que exista un menor margen de error y de discrecionalidad al analizar proyectos que puedan afectar ese exquisito patrimonio cultural y natural.

Su ausencia, ya lo hemos visto, es generadora de graves conflictos sociales. Es imprescindible plantear de modo transparente y participativo el grado de impacto y deterioro que ciertas actividades podrían ocasionar en esa área y en su calidad de vida.

Esa modalidad fortalecerá la riqueza cultural y natural de nuestro país, muchas veces ignorada, y evitará los profundos desencantos que han provocado proyectos similares en otros lugares del mundo, sustentados por la falsa creencia del "mal necesario o inevitable" del progreso.