Equipo de comunicaciones de la Mesa Nacional frente a la Minería Metálica.
En los últimos días ha llamado la atención de los medios de comunicación una veintena de personas que llegan a protestar contra el arzobispo de San Salvador, monseñor Fernando Sáenz Lacalle, a quien exigen cambiar su postura en contra de la minería de metales preciosos.
Dichos manifestantes se ubican cada domingo frente a Catedral Metropolitana para denunciar que, “debido al rechazo de la jerarquía católica, el gobierno no permite la explotación minera”.
Se hacen llamar “Mesa Nacional por la Minería Verde” y/o “Sindicato de Trabajadores de la Industria Minera”.
En realidad, estos señores son empleados de Pacific Rim, la empresa minera que más ha presionado a la Conferencia Episcopal de El Salvador (CEDES), especialmente a monseñor Sáenz Lacalle, tratando de revertir su postura firme en defensa de la vida y del medioambiente, gravemente amenazadas por la minería de oro y plata. Todos son pobladores del cantón San Francisco El Dorado, San Isidro (Cabañas), y trabajan en las exploraciones mineras de Pacific Rim. Y son los directivos de la compañía canadiense quienes ponen obligadamente a estas personas detrás de sus letreros de fachada “Mesa Nacional por la Minería Verde” y “Sindicato de la Trabajadores de la Industria Minera”.
Por tanto, el autor intelectual y patrocinador de las protestas contra la jerarquía católica, es Pacific Rim.
El propósito de la empresa minera, poniéndose denominaciones como “Mesa Nacional por la Minería Verde”, es doble. Por un lado, busca hacerle algún contrapeso a la Mesa Nacional frente a la Minería Metálica integrada por todas las comunidades y organizaciones que luchamos contra la amenaza de la minería y, por otro, crearle confusión a la población y a los medios de prensa, colocándose nombres parecidos al de la Mesa Nacional frente a la Minería Metálica.
El “Sindicato de Trabajadores de la Industria Minera” es una ironía, pues la práctica de las empresas extractivas es impedir la organización de sus trabajadores para que, iniciada la explotación de los metales, no protesten por las precarias condiciones laborales y los graves daños en su salud. Pacific Rim obliga a sus empleados a formar el “Sindicato de Trabajadores de la Industria Minera” no para que exijan sus derechos, sino para usarlos como mecanismo de presión.
El objetivo de la Mesa Nacional frente a la Minería Metálica, al plantear estas aclaraciones, no es menospreciar a los humildes trabajadores de Pacific Rim, sino denunciar las manipulaciones y las presiones de los directivos de la empresa minera, quienes engañan a sus empleados insistiéndoles en que monseñor Sáenz Lacalle y los demás miembros de la CEDES “les dejarán sin empleo y sin desarrollo” debido a su oposición a la minería de metales preciosos.
Con esto, los representantes de la compañía canadiense fomentan el odio hacia la jerarquía y los feligreses de la Iglesia Católica. De nuevo Pacific Rim toca fondo con su estrategia de presión, con la que busca obtener los permisos de explotación de oro y plata en Cabañas y otros sitios de la zona norte del país, sin importarle los irreversibles perjuicios ambientales y las inevitables confrontaciones sociales que esto provocaría en el corto plazo. Los empleados de la empresa minera deben reflexionar.
¿De qué servirían los míseros, temporales y peligrosos 450 trabajos que ofrece Pacific Rim, si luego terminara nuestra agua o dejara contaminada la poca que quedara?
¿Cuántos miles de empleos en la pesca, agricultura y ganadería se perderían si la minería envenenara el agua, aire y suelo? y, al contrario, ¿cuántos trabajos más habrían si, en vez de la minería, le apostamos a la agroindustria, ecoturismo y otras actividades productivas?
Los integrantes de esa “Mesa Nacional por la Minería Verde” y/o “Sindicato de Trabajadores de la Industria Minera”, en vez de dejarse manipular por Pacific Rim y adversar en forma tan ridícula la digna postura católica, deberían atender el llamado a rechazar la minería “porque ningún beneficio material tiene sentido cuando está en peligro la vida humana”, propuesto por la CEDES en su célebre pronunciamiento público “Cuidemos la Casa de Todos”.