Miércoles 26 de marzo de 2008
P. Marco Arana Zegarra
Cuando el dos de junio del año 2000 un camión de la empresa RANSA (del Grupo Romero-Banco de Crédito) derramó más de 150 kilos de mercurio de propiedad de Minera Yanacocha porque el peligroso metal era transportado a Lima sin las menores normas de seguridad (todo “de acuerdo a ley” porque entonces no había ley de transportes de sustancias tóxicas y Yanacocha se ahorraba costos), más de 1500 personas de Chotén, San Juan, Choropampa y Magdalena resultaron intoxicadas.
Hasta hoy esas personas sufren las consecuencias del mayor desastre de mercurio metálico a nivel mundial (más del 50% de los afectados fueron niños y niñas menores de cinco años).
Solo 500 mil nuevos soles fueron aplicados como multa a la irresponsable minera por el MEM, la cual encima apeló para que le devolvieran “su dinero”, y por cierto, ni un solo sol de esa multa regresó a los damnificados. Actualmente abundan los testimonios de gente que no puede dormir bien, que cambió su carácter, que tienen ronchas, que sufren dolores articulares y renales, que se les cae el cabello, que se van quedando ciegos o sufren repentinos desmayos con hemorragias nasales, no faltan también los testimonios de incremento de abortos y de nacimiento de niños y animales deformes.
Los voluminosos informes de la Minera y sus consultores dicen que “hasta han estudiado los gusanos de la tierra” y no han encontrado rastro alguno de la presencia de mercurio. Claro, que en las semanas de aquel trágico junio del año 2000 los mineros y sus inescrupulosos médicos dijeron que era “rubeola”, “que era una intoxicación por ingesta de mariscos”, “que el mercurio se encontraba en los fluorescentes sin haber afectado a nadie”, “que el mercurio salía por la orina como la cerveza (Violeta Vigo entonces de CARE dixit)”, “que la gente se intoxicó porque quería sacarle dinero a la minera”, “que los campesinos compraron termómetros y los rompieron para luego intoxicarse y sacar plata”, “que hirvieron el mercurio pensando sacar oro”, “que eso les pasó por agarrar cosas ajenas”.
Nada se dijo de cumplir la recomendación del primer equipo de DIGESA de Lima que aconsejó evacuar a la población. La entonces ministra Cuculiza se fue a la zona con los gerentes de la mina a decirles a los pobladores que no busquen abogados “porque su mejor abogado era el presidente Fujimori” (el mismo que recibió el regalo del primer lingote de oro producido y cuyo asesor, Montesinos, intervino en el poder judicial corrupto para que Newmont le quitara su parte a los franceses).
El día de hoy, los campesinos y los alcaldes de Choropampa, San Juan y Magdalena esperan que los visite una delegación de alto nivel del Ministerio de Salud, incluso se difundió la noticia que vendrá el propio ministro de salud, ¿escucharán a los afectados o “teniendo ojos no verán”, “teniendo oídos no oirán”?
En marzo de 2006, el padre Gastón Garatea, luego de haber visitado Choropampa en su calidad de Presidente de la Mesa Nacional de Concertación de Lucha Contra la Pobreza, logró que yo tuviera una reunión con todos los directores de MINSA en el despacho ministerial (cuando era ministra la Dra. Mazetti), entonces prometieron que propiciarían una evaluación de salud independiente; además hablamos de que se hiciera pública toda la información de la intervención de DIGESA; que se esclarecieran las responsabilidades en la no evacuación de la población; que se aclarara la intervención sospechosa de los dos médicos hermanos de apellido Anaya y de la complicidad del Hospital Loayza que recepcionó a la obstetriz Luisa Arribasplata como un caso de enfermedad común cuando haía quedado en estado de coma que dura hastael día de hoy; que se hiciera seguimiento de la actuación de la recomendación de la Defensoría del Pueblo según la cual debería investigarse a Yanacocha por delito ecológico y el fiscal no lo hizo (¿cuánto costó esa omisión?)…
Pero, era marzo de 2006 y en mayo se comenzó la transmisión de cargos al nuevo partido de gobierno. Hoy, que todos los ciudadanos que se atrevan a cuestionar los abusos de las empresas mineras y su contaminación son denominados “perros del hortelano”, ¿habrá reserva moral en las nuevas autoridades del Ministerio de Salud para promover una evaluación de salud independiente y llegar a soluciones verdaderas más allá de solo indemnizaciones? ¿Importará realmente la salud o estaremos ante el montaje de una nueva farsa que sirva de blindaje para una empresa minera inescrupulosa que daña la reputación de cualquier otra nueva empresa minera que quiera comenzar a operar y termina mellando la credibilidad de las instituciones públicas?
Solo si los acuerdos a los que se llegue son satisfactorios para las poblaciones que resultaron damnificadas y se hace realmente un informe transparente de lo que pasó sancionando a los funcionarios públicos incompetentes o corruptos, el gobierno podrá dar señales de que las cosas pueden cambiar, de que las inversiones mineras no representarán más un peligro para las poblaciones.
De Yanacocha, la empresa que corrompe, contamina, abusa, enjuicia a líderes, espía y difama a sacerdotes no podemos esperar nada, no al menos si siguen al frente de ella los mismos gerentes que manejaron la crisis de Choropampa, y si también las autoridades regionales permanecen indiferentes engolosinados con la repartición de los regalos del mal denominado “fondo de solidaridad” que, en realidad, no es sino un magro fondo de compensación por los daños causados y el saqueo de las riquezas naturales de la región. La herida abierta en Choropampa puede sanar, ¿hará falta un milagro?