La República
Miércoles 19 de diciembre del 2007.
Marco Arana
Hace pocos días, ha sido dado a conocer el mensaje del Papa Benedicto XVI para la celebración de la Jornada Mundial de la Paz (JMP) de 2008.
El mensaje se centra en la familia humana como comunidad de paz. El mensaje tiene un acápite especialmente dedicado a la "Familia, comunidad humana y medio ambiente" que es preciso conocer, sobre todo en horas que en Perú hay muchas voces queriendo desautorizar la labor pastoral de la iglesia católica cuando opina y opta frente a la problemática ecológica y la justicia social que afecta a los más pobres (recuérdese que el presidente de la república llamó "falsos cristos" a obispos y sacerdotes en el caso Majaz). Ya a inicios de los 90, el Papa Juan Pablo II había también señalado con ocasión de la JMP "que la paz mundial está amenazada, además de la carrera armamentista, por los conflictos y las injusticias aun existentes en los pueblos y entre las naciones, así como por la falta del debido respeto a la naturaleza, la explotación desordenada de sus recursos y el deterioro progresivo de la calidad de la vida," y había señalado claramente: "La tierra es esencialmente una herencia común, cuyos frutos deben ser para beneficios de todos. Es injusto que pocos privilegiados sigan acumulando bienes superfluos, despilfarrando los recursos, cuando una gran multitud de personas viven en condiciones de miseria, en el más bajo nivel de supervivencia".
En esta ocasión Benedicto XVI señala que todos: "Hemos de cuidar el medio ambiente: éste ha sido confiado al hombre para que lo cuide y lo cultive con libertad responsable, teniendo siempre como criterio orientador el bien de todos" por ello, llama a que la naturaleza no sea considerada "de manera egoísta, a plena disposición de los propios intereses, porque las generaciones futuras tienen también el derecho a obtener beneficio de la creación, ejerciendo en ella la misma libertad responsable que reivindicamos para nosotros". Recuerda además que el uso de los recursos naturales debe tener en cuenta a los pobres los que muchas veces son "excluidos del destino universal de los bienes de la creación".
El mensaje nos habla de desarrollar una prudencia cuyo objetivo debe ser fortalecer la "alianza entre ser humano y medio ambiente que ha de ser reflejo del amor creador de Dios, del cual procedemos y hacia el cual caminamos." Llama el Papa a la tarea fundamental de "sentir la tierra como nuestra casa común" la que debe ser puesta al servicio de todos, adoptando "la vía del diálogo en vez de tomar decisiones unilaterales". En relación al problema específico de las demandas energéticas de los países más desarrollados, el mensaje papal denuncia que: "Los países emergentes tienen hambre de energía, pero a veces este hambre se sacia a costa de los países pobres que, por la insuficiencia de sus infraestructuras y tecnología, se ven obligados a malvender los recursos energéticos que tienen." En relación al armamentismo, el papa va más allá al sostener que: "Es verdaderamente necesaria una movilización de todas las personas de buena voluntad para llegar a acuerdos concretos con vistas a una eficaz desmilitarización, sobre todo en el campo de las armas nucleares… Soy consciente de que al renovar esta llamada me hago intérprete del deseo de cuantos comparten la preocupación por el futuro de la humanidad." (En Perú, la iglesia debiera llamar correspondientemente a una movilización contra la minería radiactiva que se pretende instalar.)
Estando próximas las fiestas de navidad resulta sumamente grato acoger la invitación que nos hace el Papa para que tomemos "una conciencia más clara sobre la común pertenencia a la única familia humana" y nos comprometamos "para que la convivencia en la tierra refleje cada vez más esta convicción, de la cual depende la instauración de una paz verdadera y duradera".