El australiano Jeffrey Lee podría ser uno de los hombres más ricos del mundo, pero ha decidido ser uno de los más felices a su manera.
El último superviviente del clan Djok ha recibido una oferta millonaria por la tierra de sus antepasados, donde reside una riqueza en uranio de 5.000 millones de dólares, según una información del diario australiano ‘The Age’.
Sin embargo, el dinero no vale nada cuando no puede comprar la voluntad de un hombre. "El dinero no me interesa. Tengo un trabajo; puedo ir a pescar y cazar. Eso es todo lo que me preocupa", ha declarado al rotativo. El dinero va y viene, pero los lugares sagrados permanecen para la eternidad.
Lee es ahora el guardián de Koongarra, 12 kilómetros cuadrados que son las tierras de su clan en las afueras del Parque Nacional Kakadu. Allí están enterrados sus antepasados, pero hay algo más: 14.000 toneladas de uranio, ese rocoso objeto del deseo por el que el gigante francés de la energía Areva ha intentado cubrir de oro a un hombre íntegro. Jeffrey Lee, de 36 años, ha jurado proteger su hogar para que puedan heredarlo en el futuro sus hijos.
Su deseo es que el parque sea considerado patrimonio natural por la UNESCO. "Para que esté seguro y protegido para siempre", afirma. El guardabosques presiona al Gobierno australiano para incluir su parcela en Kakadu.
Y probablemente tenga éxito: el Ejecutivo ha pedido a la ONU para incorporar el terreno al Parque Nacional siempre que su propietario lo permita.
Veneno en las entrañas de la tierra
La determinación de Jeffrey Lee es encomiable. Amante de la naturaleza, dice que su padre y abuelo estuvieron a favor de abrir la tierra a la minería cuando fue descubierto el uranio en 1970, pero que él aprendió "que existe veneno bajo el suelo".
"Ofrecieron coches, casas y otras cosas a mi padre y abuelo, pero nadie les dijo lo que puede hacer el uranio", afirma Lee.
"He escuchado todo tipo de historias sobre esta tierra desde que vine aquí apoyado en el hombro de mi abuela", dice Jeffrey Lee.
Cuenta la leyenda que en un depósito rocoso de la zona descansa un lagarto gigante de lengua azul, el cual no debe ser nunca molestado.
En una parte de las rocas aún se conservan las muescas de su mordedura, realizada durante un combate hace mucho tiempo, afirma Lee. "Es mi creencia que si tú molestas a la tierra, ocurren cosas malas… habrá inundaciones, habrá terremotos y la gente tendrá graves problemas", profetiza el patriarca Djok, quien lamenta que no pueda ir a todos los lugares sacros del mundo para advertir del peligro que les acecha.
Su sueño parece cada vez más cerca. "Ser parte del parque asegurará que las leyes tradicionales, sus parajes, árboles, plantas y aguas permanecerán igual que cuando me fueron traspasadas por mis antepasados", afirma Lee.
Sin embargo, como único superviviente del clan Djok, Lee aún no tiene hijos a los que ceder la tierra. "Estoy viendo qué puedo hacer con ello", culmina el guardabosques