Perú

“HAY QUE AFIRMAR LA ESPERANZA: OTRO MUNDO ES POSIBLE”

Entrevista al P. Marco Arana (Premio Nacional de DDHH).
Por: Nilton Velazco Lévano. Director de la Oficina de DDHH. Proyecto Amigo.

Chiclayo 23 de Marzo 2007 NV:

El P. Marco Arana ha participado recientemente en el Foro Social realizado en Nairobi (Africa). Marco ¿en qué consiste el Foro Social Mundial (FSM)?
MA: El FSM es una gran iniciativa que desde reuniones anteriores tanto en Nueva Delia (India) como en el Brasil y este año en Nairobi, capital de Kenia – Africa, busca unir a todos los movimientos sociales que tienen una perspectiva antiglobalización.
Es decir, que están buscando que haya acceso a la justicia social, a la justicia económica y cultural; en un contexto en el que las grandes corporaciones están imponiendo una lógica de mercado que obliga a los países a entrar en una dinámica que hace que sus recursos naturales sean depredados o que aumenten las brechas entre ricos y pobres a nivel mundial.

El FSM lo que busca es organizar y hacer encontrar a todos los movimientos sociales, políticos, religiosos, de la sociedad civil que plantean, como el lema del FSM lo dice: otro mundo es posible.
Es decir, que no sea un mundo basado simplemente en el mercado, en las reglas económicas y que provocan como lo vemos ahora; por un lado, la destrucción del planeta y por otro lado, más injusticia y más pobreza.
El FSM es el espacio que permite que se reflexione los más diversos temas en materia económica, política, social, educativa, cultural; pero desde este enfoque: más justicia para el mundo, mayor cuidado del medio ambiente, respeto del derecho de las minorías, equidad social y de género

NV: Conociendo como va el mundo, como va nuestro país, ¿es posible creer que otro mundo es posible?
MA: Creo que desde una perspectiva esperanzada, y que trabaja cada día para que hayan condiciones de mayor justicia, yo creo que sí. Cuando uno mira y dice la situación del país está mal y hay quienes piensan que no hay nada que hacer, que siempre ha sido así, que siempre será así.

Creo que hay que afirmar la esperanza y la utopía, que afirma este slogan de que otro mundo es posible y lo podemos verificar en nuestro país.
Por ejemplo: hasta hace algunos años, pensar que una mujer del campo podía ir a la escuela, era un tabú, no se podía ni siquiera hablar de este tema.
Hoy es cada vez mayor el número de mujeres que acceden a la escuela. Hace algunos años uno podía mirar con profundo desprecio a la gente del campo. Incluso había quienes no los consideraban ni siquiera con los mismos derechos que la gente de la ciudad. Recordemos que el ministro Deustua todavía hasta bien entrado los años ’30, en el siglo pasado, podía decir que los indios no deben ir a la escuela porque Dios los ha hecho de piel oscura y de hombros anchos y de piel fuerte para soportar el calor del sol y por tanto, no deben ir a la escuela.

Estamos hablando de cosas que han ocurrido hace menos de cien años, y cuando uno mira actualmente cómo las comunidades exigen más derecho a la educación, como las comunidades se movilizan para tener mejores accesos a la nutrición, defienden su agua, defienden su territorio.

Creo que tenemos que ver que no siempre ha sido así, y que por tanto, tenemos que buscar otro mundo mejor, otro mundo posible. Eso depende del compromiso de cada uno de nosotros.
Si queremos un mundo más limpio, pues no ensuciemos como estamos ensuciando nuestras ciudades, haciendo un mal uso del agua o del plástico. Si queremos conservar nuestra agua, no permitamos que haya actividad minera en las cabeceras de cuenca. Si queremos que haya más justicia, comencemos a ser más justos en nuestras propias relaciones con la gente que trabaja con nosotros, más justos con la gente del campo y la gente del campo no ser tampoco tan pasiva y resignada, sino buscar cambios.

Otro mundo es posible: sí, pero eso depende de quién: de nosotros mismos. Para quienes somos creyentes depende de que sepamos que Dios no nos ha prometido el infierno, nos ha prometido por el contrario, un paraíso de justicia y fraternidad que tenemos que buscarlo.

NV ¿Cómo promover la propuesta del FSM también en nuestro país, en nuestras provincias, en nuestras localidades? ¿Crees que es posible generar la propuesta del FSM en nuestro país?
MA: Yo diría más bien, cómo la problemática local alimenta al FSM. Recordemos que uno de los elementos metodológicos del FSM es lo que se denomina pensar localmente y actuar globalmente.
Es decir, no es el FSM como plataforma mundial grande que va a caer sobre las localidades, sino es al revés: es cómo las localidades plantean sus problemas, plantea sus preocupaciones para que estas sean incluidas dentro de la plataforma del FSM.
Cada localidad, cada región, cada país, puede plantear sus problemas en la perspectiva de cambiar la sociedad, de cambiar las relaciones de injusticia que hay. En ese sentido, es muy importante que en tu comunidad se pregunten: ¿cuál es la situación de injusticia que hay? tanto a nivel social, como ambiental, y se pregunten: ¿qué podemos hacer para cambiar esa situación?

Creo que la perspectiva del Foro Social Nacional dentro de los FSM lo que pueden hacer es recoger esa voz de la gente que no es escuchada. Por ejemplo, si se quiere garantizar el acceso al agua, entonces, nos uniremos a todos los movimientos del mundo que estén pidiendo que las Constituciones de los países garanticen que el agua sea reconocido como un derecho fundamental, como ha pasado en Bolivia. En Bolivia el agua ya es reconocido como un derecho fundamental; en la Constitución peruana, no.

En la Constitución peruana se deja abierta la puerta para que el agua sea vista como un bien y una mercancía. Si queremos que para todas las personas, especialmente para las más pobres, se garantice el derecho universal al agua, ¿qué tendríamos que hacer?: comenzar en tu comunidad, o en las otras comunidades del país, a exigir que la Carta Constitucional, que nuestros congresistas, introduzcan una modificación constitucional para declarar que el agua sea considerado un derecho constitucional.

O si queremos que hayan mecanismos que respeten los derechos de las comunidades a ser previamente informadas, a ser respetadas en su derecho a su propia vía de desarrollo y no se les impongan proyectos mineros o industriales, tenemos que comenzar en nuestra comunidad a crear esa capacidad y ese conocimiento.

Creo que a partir de allí nos uniremos a todos los movimientos a nivel global que por ejemplo, nos hemos encontrado en el FSM de Nairobi que están reclamando lo mismo. Yo creo que lo importante de estos eventos es que te hacen sentir que no estamos solos, que no estamos aplastados y vencidos. Creo que no solamente en un pueblito pequeño de la sierra del Perú se está pensando en un mundo más justo, se está pensando en esto globalmente. El tema es cómo articular esfuerzos para que esto sea una realidad y no un sueño.

NV: ¿Qué ha significado para ti como peruano participar en el FSM en Nairobi, encontrarte con gente de tantos lugares del mundo?
MA: Estuvimos participando en Nairobi más de 150,000 personas. En primer lugar, era imposible conocer a todos, pero una cuestión sumamente importante es que había gente de todo el planeta.
Lo interesante de esto era ver que todos estamos buscando condiciones más justas, tanto a nivel social como ambiental. Uno aprende mucho y se enriquece mucho de saber que nuestra lucha no es aislada en Cajamarca, no es aislada en Perú, no es aislada en América Latina, sino que es una lucha global.

En segundo lugar, el tema cultural-social y también el enorme patrimonio ecológico, concretamente de Nairobi. Tuve la oportunidad de visitar una comunidad pobrísima en Kiberia. En Kiberia viven más de un millón de personas, es una de las poblaciones más pobres del planeta, viven sobre basurales. Pero lo que llamó mucho la atención es cómo esa gente se esfuerza por mejorar sus condiciones de nutrición, de escuela, de dignidad humana.

Sin duda uno cuando mira las situaciones de pobreza que vivimos en América Latina y las contrasta con la de ellos, ciertamente la pobreza de esa población era simplemente indignante y muy dolorosa. Pero uno notaba que la gente se organiza, que la gente canta, que la gente no se da por vencida.

Sin duda, llama mucho la atención mirar al Africa como sigue siendo un país enajenado, donde hay grandes murallas para proteger viviendas lujosas, donde hay autos de lujo y casas de lujo. Llama también la atención cómo el Ejército y la Policía en un país tan pobre se movilizan en autos Mercedes Benz. Los niveles de inequidad e injusticia son muy, pero muy grandes. Uno mira el primer mundo, uno mira América Latina y mira al Africa y efectivamente nota las diferencias.

Daría la impresión que América Latina tiene una conciencia social y política más desarrollada que el continente africano y daría la impresión que los africanos, así como nosotros, tenemos que aprender mucho de su cultura, que no la aprendemos en la escuela; ellos también tendrían que aprender de la historia de América Latina, para lograr que haya más esfuerzos unificados de parte de los países pobres para buscar un mundo más justo.

Es una experiencia muy enriquecedora, sobre todo, porque nos hace mirar que el tema de la justicia en el mundo, es un tema de todos y no solo de unos pocos o de iniciativas aisladas.

NV: Tú eres sacerdote, ¿qué lectura teológica le das al espíritu del FSM?
MA: Hubieron varios componentes. Estuve solamente 5 días y en uno de ellos pudimos celebrar misa en una parroquia muy pobre de Kiberia y luego visitar algunas obras sociales de la Iglesia. Creo que lo más importante es que la gente en el mundo está buscando un mundo más justo, que no está con las manos cruzadas.

Espiritualmente te hace ver que la presencia de Dios no solamente está en una pequeña comunidad que lucha, se esfuerza y tiene esperanza; sino que es una presencia de Dios que da esperanza al mundo entero.

Uno se encontraba con luteranos, metodistas, presbiterianos, budistas, confucionistas, islámicos. El mundo debiera ser no una torre de Babel donde los pueblos y las naciones no se entienden, sino debiera ser un paraíso donde hay diversas expresiones, diversas culturas, incluso diversas religiones que trabajan por la dignidad humana, por el cuidado de la creación.
Donde todos los pueblos se encuentran buscando que el hombre y la mujer sean más imagen y semejanza de Dios; y no lo que tenemos hoy, que es una situación de injusticia social y ambiental que golpea y hace sufrir a los más pobres.

Creo que estamos ante una presencia de Dios en el mundo que tenemos que sentir y experimentar en nuestro ser más profundo para salir desde allí a encontrarnos con todos los que guiados por el espíritu de Dios queremos asumir la tarea de construir un futuro de paz y un mundo más fraterno, reconciliados con Dios, reconciliados entre nosotros y reconciliados con la creación. Dios nos desafía igual a todas las religiones y a todos los pueblos.