Parece ser que la estrategia del discurso presidencial del 28 de julio, fue refugiarse en lo que el presidente considera son algunas de las pocas fortalezas que puede exhibir: los programas sociales y la marcha del sector educación, bajo la gestión del ministro con mayor aceptación.
Esta estrategia, que seguramente se desplegará a lo largo de los próximos doce meses, de meterse en una suerte de burbuja y de escaparse de la realidad, no sólo genera cuestionamientos sino que confirma el estilo de un gobierno debilitado, aislado y sin mayor iniciativa política.
Optar por soltar un aluvión de cifras sin confirmar, hacer un largo recuento de programas sociales, proyectos, etc., no le permite ocultar las gravísimas y notorias ausencias en su gestión y en el discurso.