Elsie Florestan integra la organización campesina Tèt Kole Ti Peyizan (Cabezas Unidas Pequeños Campesinos) en la comunidad de Machabyèl en Lembé, en la región norte de Haití y que forma parte de los alrededor de 4,000 km2 —que equivalen a 15% del territorio haitiano— que se encuentran concesionados a empresas extranjeras para la exploración y explotación minera. Los expertos aseguran que las reservas de oro, plata y cobre tienen un valor de US$20 millardos.
Florestan es pobre, tiene 11 hijos y vive en una casa con grandes carencias en Machabyèl. Pero está convencida de que la minería de oro y cobre no será ventajosa para este país de 10 millones de habitantes.
“Si las empresas mineras ingresan, organizaríamos un bloqueo para evitar que accedan al yacimiento”, dijo.