La caída del yen ha desatado una fiebre de oro en los hogares japoneses, un reflejo de cómo las nuevas políticas económicas sacuden los arraigados comportamientos deflacionarios, liberando activos ocultos y generando una nueva actividad económica.
A medida que los precios del oro se han debilitado a nivel global, la caída del yen frente al dólar hace que el metal precioso valga mucho más en Japón. Las familias japonesas ahora desempolvan objetos de oro en clósets y joyeros, y los venden a comerciantes de metales, convirtiendo sus activos pasivos en efectivo, que planean destinar a todo tipo de fines, desde vacaciones hasta regalos para los niños.